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Diario La Prensa: Los pueblitos que se resisten a morir

8 de ene de 2018

Unas 20 localidades bonaerenses de menos de 2000 habitantes luchan por no desaparecer a través de emprendimientos turísticos de base comunitaria que explotan su patrimonio histórico y cultural.

El tren dejó de pasar. La fábrica cerró. Los jóvenes se fueron para seguir su camino en la ciudad. Así, el pueblo comenzó a morir, a quedarse en el tiempo, a desaparecer. Sin embargo, resisten. Y un día le encuentran la vuelta con pequeños emprendimientos privados o empresas vinculadas a la economía social y cooperativa.

Se trata de unos 20 pueblitos bonaerenses que, a fuerza de coraje y acción comunitaria, lograron volver a vivir y se convirtieron en pujantes centros turísticos para miles de personas que buscan escapar de la ciudad y descansar "como antes".

Un claro ejemplo de reconversión lo constituyen Carlos Keen, en el Partido de Luján, y Tomás Jofré, en Mercedes, que cada domingo reciben a miles de turistas por su oferta gastronómica de primer nivel y su feria de artesanos.

O bien, la pequeña localidad de Gouin, de 130 habitantes, en Carmen de Areco, que en estos días celebra la Fiesta Provincial del Pastel Criollo y convoca a tomar mate y degustar los mejores productos del campo.

PUEBLOS TURISTICOS
Desde 2008, estas pequeñas localidades de menos de 2000 habitantes están coordinadas bajo el programa "Pueblos Turísticos", de la Secretaría de Turismo bonaerense, que tiene como objetivo "promover e incentivar el desarrollo de actividades y emprendimientos turísticos sostenibles", generando identidad, fuentes de empleo, recursos genuinos y favoreciendo el arraigo.

"Estos emprendimientos se enmarcan dentro del concepto de "Turismo Comunitario", al que entendemos como las actividades que llevan adelante los miembros de poblaciones locales que se organizan para prestar servicios turísticos a través de los atractivos de su patrimonio tangible, como museos, pulperías, capillas y ríos, e intangible, como sabores, leyendas, música, aromas", explicó Ignacio Salmeri, director bonaerense de Turismo Comunitario y Fiestas Populares.

"En esta línea, la iniciativa de la Subsecretaría tiene un doble objetivo: por un lado, favorecer el arraigo de los habitantes de las pequeñas localidades bonaerenses mediante el desarrollo económico y, por otro, la preservación patrimonial de los pueblos", dijo Salmeri.

Según el director provincial de Promoción Turística, Tomás Meyer, "para la postulación al programa, las localidades deben tener requisitos básicos como una población de menos de 2000 habitantes y existir un fuerte compromiso municipal y comunitario de desarrollarse turísticamente".

Así, mediante "talleres y capacitaciones que se brindan a los pobladores, la comunidad local comienza a identificar sus potencialidades en gastronomía identitaria, atractivos naturales y culturales para conformar una oferta turística propia y autóctona de manera que convoque a los visitantes a vivir una experiencia de una vida rural a pocos kilómetros de las grandes ciudades", dijo Meyer.

A medida que la localidad comienza a consolidar su oferta, se realizan capacitaciones con herramientas específicas como acciones de promoción a través de redes sociales, jornadas de fortalecimiento de los canales de comercialización y la participación en ferias de turismo en la que los emprendedores exponen sus productos.

Incluso, se lograron obras de infraestructura, como la pavimentación del acceso a la localidad de Carlos Keen, en Luján, y la señalética turística en los pequeños poblados como Villa Ruiz y Azcuénaga (San Andrés de Giles), Uribelarrea (Cañuelas) y Villa Logüercio (Lobos).

El Turismo Comunitario cambió el destino de Pipinas y Tapalqué

La transformación de la matriz productiva de los poblados del interior intenta frenar la crisis terminal de vastos sectores del campo que se fueron quedando sin habitantes.

A fines del siglo XIX el ferrocarril fue sembrando pueblos a lo largo de la Provincia de Buenos Aires. Sin embargo, un siglo después, cuando el tren dejó de pasar y sus fábricas comenzaron a cerrar, aquellas localidades rurales del "interior" entraron en crisis terminal. Fue así que el turismo de base comunitaria llegó para cambiar la matriz productiva y darles una esperanza. Ese es el caso de Las Pipinas, en Punta Indio, y Tapalqué, dos centros de la "tradición gauchesca" que son líderes del sector de las "escapadas".

LA COOPERATIVA
Las Pipinas, con unos 1000 habitantes, es un típico pueblo rural del Sur bonaerense. Fundado en 1913 tras el paso del ferrocarril, su vida estuvo ligada desde 1938 a una importante fábrica cementera que llegó a tener el horno más grande de Sudamérica y que cerró con la crisis de 2001. Hoy, el pueblo se reconvirtió con una oferta turística que explota el atractivo de una pequeña comunidad rural, con un hotel recuperado y puesto en marcha por sus habitantes.

"El "Hotel Pipinas Viva", que perteneció a la fábrica cementera, fue recuperado en forma cooperativa y hoy es un claro ejemplo de turismo de base comunitaria", explicó Ariel Barreto, director de la Incubadora de Turismo Sociosolidario de Base Comunitaria de la Universidad Nacional de Quilmes.

"Son entramados socioproductivos que permiten a la comunidad generar proyectos de negocios o la autogestión del trabajo en clave de turismo. La idea está basada en que los pobladores sean los generadores de la actividad y se queden con sus beneficios", explicó.

Según el especialista, estos proyectos nacen en el seno de la comunidad para satisfacer su propia necesidad de generar fuentes de trabajo. "El turismo pasa a ser una forma de generación de ingresos a partir de los recursos materiales y culturales del pueblo -contó Barreto-. Se produce un encadenamiento virtuoso para la economía local, ya que sus proveedores son otros productores y cooperativas locales".
Según el director de la Incubadora, la mayoría de los emprendimientos productivos del Turismo Comunitario tiene que ver con la reconversión de los pueblos que entraron en crisis. "Para volverse a pensar se toma el patrimonio histórico, arquitectónico y cultural y se lo pone en valor para utilizarlo como atractivo turístico. Así, desde la propia comunidad, nacen proyectos gastronómicos o ferias artesanales", explicó.

LA VIDA DEL CAMPO
Otro de los emprendimientos que están transformado al pueblo rural de Tapalqué es el proyecto de la Red de Turismo Comunitario, creada por Federico Chiramberro.

"El turismo comunitario surge como una alternativa para mejorar la calidad de vida de las comunidades rurales. Contribuye a mitigar un poco los efectos del abandono de los pueblos. Hoy en Tapalqué hay casas abandonadas y campos sin administrar, cientos de puestos de trabajo sin ocupar, porque las familias fueron abandonado sus tierras. Los que se quedaron lo hacen sólo por arraigo", contó Chiramberro.

"Este tipo de emprendimientos tiene como el eje las actividades socialmente solidarias, culturalmente enriquecedoras y ambientalmente responsables. Le ofrecen al turista una experiencia vivencial, como el alojamiento con familias rurales, la gastronomía típica, artesanías, caminatas y paseos a caballo", remarcó.

"Estos emprendimientos no solamente generan un beneficio económico en la gente del pueblo, sino que también realizan un círculo virtuoso, porque la ganancia se reinvierte en el pueblo".

Fonte:
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